Fanfic Nº1

Ella lo conocía, a él, desde hacia tiempo ya, pero el fulgor de las batallas, experiencias traumáticas y los años pasados borraron esos recuerdos, aunque no era el momento de pensar en ello a Tanya no le dejaba de rondar la imagen de ese hombre entre sueños. Ella era tan solo una niña cuando vio a sus padres morir a manos de aquel hombre y todo era por aquel maldito libro, ese libro oscuro que ofrece distintos dotes a los lectores si son capaces de entregar algo a cambio. Él entrego la vida de sus hermanos y sus hijos… Ese hombre era Heidegger.

Él entrego la vida de sus hermanos y sus hijos… Ese hombre era Heidegger.

Tanya regresó en si, al tener una extraña percepción, como si alguien la buscara.

Recordar lo que sabía solo la inquietaba más, casi hacía que su piel se erizara y su expresión palideciera. A veces creía que era cosa del destino saber de ese ser, ya que, de no pertenecer al departamento de inteligencia como en efecto lo hacía ahora, conocería todos los eventos que le rodeaban de igual manera.
Heidegger no siempre había estado en Olympus-Xen.
Pero, tuvo que abandonar sus fugaces pensamientos, no era momento para eso. Tenía cosas urgentes que hacer, y sobre todo, no podía despejarse ni un segundo tras desconocer la situación del indefenso y probablemente confuso Supremos Casiller. Moverse con torpeza en un momento como ese era casi equivalente a, primero morir, y luego, condenar a toda la república. Debería confiar un poco en ese hombre, Viktor, y ser mas concisa que nunca.

Debería confiar un poco en ese hombre, Viktor, y ser mas concisa que nunca.
Se detubo un intante y dijo en vos baja, hablandose asi misma
-Viktor puede ser el unico que nos puede ayudar...- pero entonces vino a su mente la imagen de la cara de Viktor, donde se mostrava la falta de interes en ella, y en su mision.
-Si, Viktor sera un gran aliado, estoy segura- se dijo asi mismo de nuevo, pero esta vez en vos alta y con tono firme-pero no ahora, antes de que El me ayude, primero le tendre que demostrar que yo lo puedo ayudar a el- dichas estas palabras, se acerco a la calle, espero por un flo-taxi, y na vez en el vehiculo, se dirigio de inmediato a la mancion de Heidegger, donde quiza podria encontrar una pista del paradero actual de Roy.
Tanya, si bien queria evitar todo contacto con el repulsivo, sadico y libidinoso de Heidegger, en su mancion podria haber algun ragistro, algun... algo que ella pudiera usar.

Por supuesto, el hecho de filtrarse en ese lugar no sería sencillo, pero ya había pensado en alternativas.

Se bajó del flo-taxi en el parque oeste, de cara a un arroyo poco concurrido. La razón por la que ese parque y ese arroyo fueran tan pocos visitados radicaba, en gran parte, porque estaba en el perímetro de la mansión del afamado y, entre temido y respetado Heidegger. Por supuesto, el perímetro se traducía a kilómetros, y ya en las cercanías de la mansión-fortaleza, era visible al menos la torre central. Casualmente, había preparado un hospedaje en una pequeña casa contigua a ese gran parque, donde, si todo había salido como ordenó, le esperarían instrumentos necesarios para cualquier tipo de percance y los datos de su informante. Y ahí estaban.
En el oscuro mono ambiente de aspecto derruido, en solitario contra la pared norte, se encontraban pegados contra la pared esquemas, mapas y horarios. Tomó un mapa directamente y lo ojeó, mientras abría el ropero, necesitaría instrumentos apropiados.

El plan era simple, el desagüe del arroyo. Como siempre, la alcantarilla guiaría a la mansión, pero, era un poco inocente pensar que incluso esa ruta estaría sin vigilancia, sin embargo, debía ser completamente silenciosa, y luego de entrar, de lograr entrar, ya de por sí un gran logro, era casi igual de importante no ser descubierta, escuchar lo que deseaba escuchar, y largarse. Incluso aunque tuviese que reprimir sus enormes deseos de matar a ese hombre.

Sin pensar más, se dispuso a trabajar.

Si bien había puntos de vigilancia por todo el perímetro, no se trataban de sensores de movimiento, imagen o sonido (aunque no hubiera sido peor en dicho caso, ya que tenia las herramientas adecuadas para burlarlos) sino que varios grupos de dos Noctos vigilaban cada zona, la del arroyo estaba bajo el cargo de dos grupos, por lo tanto cuatro esclavos velaban por la seguridad del paso. La distancia entre las agrupaciones era de no mas de doscientos metros, mucho mas que suficiente para que desde la altura de los puestos se pudiese divisar a cualquier trasgresor a trescientos metros de radio, no faltaba la iluminación tampoco, cada uno de esos vigilantes estaba bien armado en varios sentidos, tanto como en armas de fuego como en binoculares y demás instrumentos.
Tanya contaba con, además de todos los instrumentos necesarios para lograr sigilo, dos ayudantes, los cuales solo podría usar para pasar ese primer obstáculo, el plan tenía sus riesgos, pero estaba bien calculado.

Al fin y al cabo es un trabajo muy fácil – Justificó con desgana el Nocto más alto de los dos – Prefiero esto toda la vida a picar rocas a setecientos metros bajo tierra.
El otro no espetó ni tuvo la intención de hacerlo, lo suyo era una aprobación silenciosa, casi tan silenciosa como la noche, como las ultimas veinte noches, sin que siquiera un animal de campo se asomara a aquellas torres.
Bajo la noche nublada los dos guardias se distendieron un poco de su trabajo, lo cual era algo peligroso en cierta forma, no hubo signos de vida durante casi un mes así que no les pareció que llegase a haber un intruso en algún momento, sin embargo, esto era peligroso, si acaso no funcionara como ellos pensaban, la pena de muerte los estaría esperando, como a cualquier esclavo que no cumpliese su trabajo, en especial cuando se trata de esa relevancia.

Y de repente, oscuridad.
Ya casi habían olvidado lo que era la verdadera oscuridad. No demoraron en sacar sus linternas y bajar prácticamente corriendo de la torre, no les dio el tiempo para gritar buscando algún compañero, a la distancia se veía el juego de luz de otras dos linternas, no tardaron en llegar.
Parece ser – Dijo un esclavo de otro punto – que todo el perímetro esta en la misma condición.
Debe ser una falla del generador – Opinó aquel que era su compañero – si demoran en arreglarlo, puede ser peligroso.
Después de pasar un momento dubitativos en la oscuridad se arrimo un quinto vigilante, de aspecto serio y paso firme, casi no parecía un esclavo mas.
Estoy pasando por cada punto de control para avisarles que la falla será corregida en breve – Dijo sin un solo cambio en su rostro – mientras tanto pueden simplemente volver a sus torres. Eso es todo.
Nadie se opuso, simplemente cada uno dio la vuelta y se dirigió a donde se les asigno.
En ese momento, el quinto vigilante dio media vuelta también y sin dudar un segundo levanto lo mas alto que pudo su brazo izquierdo y lo arremangó. Lo que parecería un simple reloj de pulsera brillaba de forma deslumbrante, su imagen verde se proyectó a la distancia. Del otro lado del campo, una mujer vestida en ropas negras y con un importante equipaje, comenzó su marcha, aquél era el signo. Con las luces apagadas, y los guardias desatentos, no fue ningún problema cruzar ese llano campo. Pasó al lado del quinto vigilante.
Gracias – Fue la única palabra que salio de sus labios.

Ahora ya estaba dentro de la alcantarilla.

Se deslizo ahí dentro, todo era como lo imaginaba un verdadero asco. Saco de su equipaje unas toallas con las cuales se limpió el rostro y el resto de su esbelto y seductor cuerpo, puesto que no quería que nada le estorbara en el momento menos oportuno.
Estaba en medio de un túnel largo, viejo y oscuro, al final de él (aproximadamente a unos 500 metros de largo) se lograba vislumbrar una tenue luz la cual le indicaba no solo donde debería sino que habría problemas adelante.
Cambio la ropa por una más ligera y tomo una pequeña arma de bolsillo, no muy precisa pero si rápida y silenciosa, unas gafas nocturnas, un pequeño cuchillo y se colocó un chaleco antibalas. Aunque si todo usaría ese armamento esta noche, la misión reclamaba el anonimato porque si no le podría traer problemas más.
Continúo caminando lenta y sigilosamente con los oídos bien abiertos, puesto que una trampa, un guardia o incluso hasta un perro la podría sorprender en cualquier instante.